domingo, 1 de enero de 2012

Dani Burgui



Entrevista con Dani Burgui, periodista y vecino del barrio de 27 años, que busca la noticia a miles de kilómetros

«Ser freelance es trabajar mucho, publicar menos y cobrar poco» 

Foto: Alain Unzu




Autora entrevista: Rakel Egillor




Vivir las duras condiciones de vida de niños mineros en Bolivia, convivir con un pastor nómada en Kirguistán o ser testigo directo de la grave situación de hambruna que afecta desde hace unos meses al Cuerno de África: estas son algunas de las coberturas informativas que el periodista freelance Daniel Burgui, txantreano de 27 años, ha realizado en estos últimos tres años. Según relata, es la curiosidad lo que le empuja a viajar miles de kilómetros y recopilar material informativo sobre lo qué allí está pasando. Recientemente recibió el premio Teobaldo 2011 que concede la Asociación de Periodistas de Navarra.

¿Qué ha significado para ti este premio? 



Responsabilidad, porque en Navarra hay muchos profesionales trabajando en los medios de comunicación todos los días. Creo que no sólo me han reconocido a mí, sino también la labor de una generación de gente joven freelance que en estos tiempos de estrecheces hemos decidido trabajar por nuestra cuenta relatando otras historias. No me lo esperaba, he pasado casi todo el año fuera de casa y he publicado muy poco en los medios tradicionales, pero sí en internet. Y me ha hecho ilusión: a veces uno piensa en tirar la toalla y un reconocimiento así te anima y, sobre todo, también por mi familia, que son los que más sufren cuando me voy tan lejos. 

Acabaste la carrera de Periodismo en 2007, y ¿cómo surge el primer viaje como reportero freelance? 

Siempre he hecho historias por mi cuenta. Incluso durante la carrera, aunque a una escala más pequeña. Al terminar los estudios de Periodismo trabajé en Madrid, pero estar en una oficina me incitó a salir más y más lejos. Ya por entonces colaboraba con varias revistas: sobre paseos de montaña, reportajes de pastores y pueblos de Navarra… Y en 2008 me fui con Josu Iztueta y el periodista Ander Izagirre a Groenlandia, con idea de visitar una escuela esquimal situada en un pequeño pueblo de 300 habitantes de la costa este. Los propios esquimales la llaman «la espalda del mundo». Iztueta es un aventurero de Tolosa que hace 20 años, en 1988, cruzó el casquete groenlandés de lado a lado. 
Imagen tomada durante el viaje 
a la costa este de Groenlandia (Foto Dani Burgui).


Y un año más tarde regresaste a Reikiavic para cubrir la crisis islandesa y la caída del gobierno. 

Así es. Era un momento en el que Islandia estaba sufriendo una crisis tremenda y habían quebrado los tres bancos, y pensé: el gobierno va a caer. Conseguí un vuelo barato y me marché a Reikiavik y pude cubrir la caída del gobierno en directo. Me curtió mucho. Aunque entonces Islandia y su deriva no interesó mucho. Fue el primer ejecutivo derrocado por la crisis. 

Y en 2009 también fuiste a Bolivia. 

Foto Dani Burgui
Sí, con mi colega gipuzkoano Ander Izagirre. Allí abordamos el tema de los niños que trabajan en las minas. Una realidad muy dura y compleja. Pero luego este reportaje, aunque al principio fue difícil que los medios se hicieran eco y lo publicasen, nos ha dado muchas satisfacciones personales y profesionales. Se publicó en medios nacionales, internacionales e, incluso, el año pasado recibió el premio de periodismo que concede Manos Unidas. 

Foto Dani Burgui
A raíz de este reportaje y el premio nace el proyecto Mineritos.org, ¿en qué consiste? 

Es una iniciativa muy sencilla y humilde, en la que nosotros no hacemos mucho: somos intermediarios entre la ayuda que amigos, lectores y anónimos querían aportar tras leer nuestro reportaje y una escuelita en el sector minero de Potosí. Allí los chavales reciben becas, comida, apoyo escolar y aprenden otros oficios más dignos y menos dañinos para la salud. La única forma de que tengan una alternativa al durísimo trabajo en la mina es construir oportunidades de futuro. La erradicación del trabajo infantil es compleja: la miseria y la violencia doméstica es extrema y muchas familias necesitan ese dinero –uno o dos euros por jornadas de 12 horas en galerías destartaladas o ambientes muy tóxicos– para sobrevivir.

Y de América del Sur a Asia Central, ¿qué material informativo extrajiste de tu visita a Kirguistán a principios de 2011? 

Estuve tres meses investigando temas bastante interesantes que aún no he publicado, tales como los secuestros de mujeres que se dan allí. También estuve conviviendo un par de días con un pastor nómada y su familia en su casa. Fue una historia muy sencilla sobre su forma de vida. 
Familia nómada de Kirguistán con la que Dani Burgui 
convivió durante dos días (Foto Dani Burgui).


Y recientemente viajaste hasta el Cuerno de África para cubrir el grave problema de la hambruna. 

En un principio era un viaje que me lo podía haber ahorrado, porque ya habían mandado a muchos corresponsales. Pero el problema en el Cuerno de África lo llevaba siguiendo desde hacía tiempo y pensé que ese era el momento de ir. Ha sido uno de las vivencias emocionalmente más duras de este año, porque la situación era especialmente grave. Estuve en la frontera entre Kenia y Somalia a lo largo de diez días. Somalia ha sufrido los veinte años de guerra civil, una frontera que no existe, mucha violencia… y además ahora mucha gente que se está muriendo de hambre. No quería hacer un reportaje sólo de la hambruna, sino que traté de reflejar cómo muchas de esas personas que están pasando una situación muy complicada han tenido el valor y el coraje de dejarlo todo y andar treinta días por el desierto tratando de conseguir algo mejor. 
Instantánea recogida en un campo 
de refugiados de Kenia (Foto Dani Burgui).


Una vez que preparas los reportajes y fotografías de esos viajes, ¿tienen cabida en los medios? 

Lo que he aprendido en estos tres años es a no disgustarme. La mayoría de las veces esas historias no se publican o no se quieren pagar, y ahora con la crisis menos. Sería muy tonto si me enfadase porque no me los publicasen por la sencilla razón de que ningún editor ni periódico me los ha pedido. He ido a esos sitios porque a mí me ha apetecido, siempre tengo la expectativa de poder contarlo e incluso de no perder tanto dinero, pero cuando estoy en casa y veo lo que está pasando en África pienso: ¿voy o no voy? Hay que estar plenamente convencido con lo que uno hace. Los periódicos y las revistas salen todos los días tengan o no materiales exclusivos, y nadie se da cuenta. Ahora gracias a internet puedo dar salida a los reportajes en mi blog http://www.dburgui.com/blog. Ser freelance es sinónimo de trabajar mucho, publicar menos y cobrar poco. 

¿Qué importancia tiene internet en tu trabajo? 

Internet ha cambiado la forma de trabajar. Hace años, uno iba al periódico con sus trabajos y si te cerraban la puerta, ahí se acababa todo. Ahora puedes abrir un blog en internet, supone un coste cero y tienes la oportunidad de publicar tus trabajos, leer lo que escriben otros, de conseguir que se publiquen, o ponerte en contacto con otros periodistas y corresponsales extranjeros que están haciendo algo similar a lo tuyo, entre otras ventajas. Al final puedes tener tu oficina en casa o en cualquier lugar del mundo, hacer contactos, reservar vuelos, contactar con editores de otros países y sacar tu trabajo, cosa que antes sin internet era imposible. 

¿Cuál es tu motivación para embarcarte en estos largos viajes? 

No soy adicto a esto. Pero sí hay algo especial y que engancha: el contacto con las personas. Me empuja la curiosidad. Y hay algo místico cuando otra persona en condiciones muy complicadas o duras decide compartir un momento de su vida, de su historia, contigo y te brinda esa complicidad. No me interesan los viajes en absoluto, sino los protagonistas de las historias, compartir tiempo con ellos y su relato. Hay que saber que historias buenas las hay cerca y lejos de casa. Por supuesto, si tuviese más medios o un periódico o una televisión que me apoyase seguramente haría temas más comprometidos. 

¿En qué proyecto estás trabajando ahora? 

Ahora quiero estar una temporada tranquilo en casa, ya que llevo bastante tiempo fuera. Además, debo organizar todo el material que tengo de este año; hay muchos temas que aún no he podido sacar.

Como periodista, ¿qué te parece el regreso del proyecto Txantrean Auzolan?

Foto: Alain Unzu
Estoy muy emocionado. Me parece que es muy necesario saber lo que pasa aquí mismo, en la esquina de al lado. Está bien que sepamos lo que ocurre a 15.000 kilómetros de nuestra casa, pero es mucho más o tan importante saber qué pasa en nuestro barrio. Y así como cuando voy fuera a hacer un trabajo en África o en Asia, creo que lo importante es que tratemos de entender qué les pasa a los sujetos que entrevistamos o a los que tratamos, con honestidad, también creo que estamos perdiendo el identificarnos con nuestros vecinos, saber qué ocurre a nuestro alrededor. No sabemos lo que pasa en el barrio, ni qué problemas o ilusiones o proyectos tiene la gente que nos rodea. Por lo tanto, me parece que Txantrean Auzolan es fundamental para el barrio.


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