viernes, 2 de septiembre de 2016

En recuerdo de Mari Carmen Asensio Villanueva

El pasado mes de agosto nos llegó la triste noticia del fallecimiento de la vecina Mª Carmen Asensio Villanueva tras sufrir una caída al termino del encierro del Pilón, en Falces. La trabajadora del psicogeriátrico del barrio resbaló en una de las laderas desde donde había presenciado el evento, cayendo desde una altura de 20 metros. Desde la revista Txantrean Auzolan quisiéramos mostrar nuestra tristeza por lo ocurrido y mandar un fuerte abrazo a su marido, Félix Chocarro, y a sus hijos.



En recuerdo de Mari Carmen Asensio Villanueva 

Tus amigas y amigos



Txoki, Leire, Iker, Angelita, Marisol, Ana, Andrés, Javier, este abrazo compartido por todos, solo responde a nuestro sentir. Y cuando se trata de sentir, o de hablar bien de alguien, como a esta hora, no es porque toca, no es porque corresponde, es sencillamente porque el bien se ha personificado en ella. Por tanto, no serán las palabras las que ensalcen, o las que tengan el embrujo y la potestad de subyugar, sino que son sus hechos los que hablan por sí solos.

Reseñar a viva voz el nombre de Mari Carmen, no nos cuesta ningún esfuerzo, al contrario, las palabras se precipitan solas a su encuentro, porque ella siempre ha sabido estar ahí; en su casa, con sus vecinos ¿verdad Ana Mari?; o en el trabajo, con sus compañeros ¿verdad Isabel?

La fatalidad con mayúsculas no tiene ninguna alternativa, ni edad establecida, ni posición social, ni nombre de ningún pueblo. Es un destino que nos pilla a la vuelta de una esquina o en la ladera de un monte, y no hay dios que lo pueda remediar, ni tampoco tiene cabida entonces la hipocresía. Porque ésta, no se apoya en la realidad, se apoya en una farsa, pregona vino y vende vinagre. En el desenlace de una vida sí es cierto que se cierra una puerta, pero después se abre otra a los cuatro vientos con el susurro del recuerdo.

Porque el ser humano, aparte de tener que sustentarse de pan, de sabiduría, de conocimientos, también se va nutriendo de recuerdos, porque estamos hechos de recuerdos, de esos recuerdos que se van fortificando con el paso del tiempo y nos hacen compañía, y más, cuando se comparten.

Los recuerdos, al contrario que las fotografías, que amarillean y caducan, estos reverdecen, porque no están sujetos a la mudanza del tiempo. Y después son, los que nos siguen manteniendo vivos en las memorias de los demás.

Y entre tantos recuerdos ¡cómo no acordarnos de aquel día jugando a hacer txipitxapas en el río Arraitz! Aunque jugar en toda regla, algunos, porque Alberto no se dedicaba a lanzar piedrecitas de canto rodado sobre el agua, sino pedruscos al que veía más a mano. Al poco, Iñaki, para no quedarse atrás o en inferioridad, también escogía piedras sin labrar y entre los dos a una, conseguían mudar el semblante risueño de Elena y Mari Carmen que, al impactarles el torbellino de agua en sus mismas narices, ellas, al instante, contraatacan poniendo cara de pocos amigos.

Sí, aquel día, lo recordamos con especial orgullo, porque poco antes de degustar una excelente fideuá (y sabes Txoki que te lo reconocimos) aún nos sigue emocionando el brindis que le dedicaste a pecho descubierto y delante de todo el mundo a Mari Carmen, agradeciendo el cariño y la dedicación que siempre ha depositado en ti, en tus hijos, en la familia. ¡Por cierto!, aún nos queda pendiente saber quién se llevó pa su frigorífico la ración extra de jamón que sobró ese día, ¿verdad Gracita, Alberto, Mentxu, Iñaki, Eduardo, Elena?, aunque no sé qué me da, que fue el gorrón de David, el hermanísimo de Elena, el acaparador, ¡eh, Txoki!

Ser madre no es tener hijos, ni alimentarlos, ni hacerles regalos. Es vivir en esas personas y olvidarse de una misma, y hasta olvidándose de lo que se fue antes de tener a los hijos en brazos. Las mujeres tienen más capacidad de entrega y de generosidad que el hombre. Son capaces de tirar todos los tabiques de la casa y dedicarla entera a un solo sentimiento. El reflejo de esa generosidad y entrega es Mari Carmen.

El corazón de cada persona es su historia y no se puede romper, como se rompe un papel. El corazón de Mari Carmen, era su herramienta principal.

Mari Carmen, ahora que ya perteneces al sínodo de los sabios y nos has dejado tu recuerdo en lo alto de la plaza Arriurdiñeta, permítenos dedicarte una frase que entraña un doble sentimiento, pues a fin de cuentas, el sentimiento es el camino por donde avanza la razón, y esa razón de tú manera de ser nos acompañara siempre: que nadie es nada que no quiera haber sido, y tú elegiste ser lo que has sido.

Y porque has sido una txantrearra de aúpa; porque has sido un madre de aúpa; porque has sido un mujer de aúpa; por eso, y por mucho más que no decimos, porque sería eterno como tú ya lo eres, y sobre todo, como tantas veces nos lo repite Txoki, por ese tono de voz que, a pesar de que lloviera o nevase, lo dulcificaba todo, ¡Aúpa, Mari Carmen!

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